divendres, 17 de desembre del 2010

Identidad nacional y literatura

Viendo la cantidad de comentarios que suscitó mi entrada sobre los estudios de literatura escrita por mujeres (ver aquí), seguiré quemando cosas junto a una gasolinera. Había pensado dejar para más adelante una segunda reflexión, sobre otro tema, pero decido hacerlo ahora. Seguiré la misma estructura que en mi anterior entrada.

Como nota previa advierto de nuevo que lo que aquí se reflejan son ideas personales, no palabras divinas impuestas a la humanidad. Ni adoctrino ni pretendo hacerlo: sólo reflexiono en voz alta. Las reacciones que pueda suscitar mi comentario las desconozco, pues es un tema que no he debatido con el resto de compañeros del MAESL. Pero al igual que mi anterior entrada, se trata de un tema, no de un ataque contra nadie, ni contra su trabajo, ni contra sus ideas.

Hablemos aquí de la configuración nacional, de la (re)creación de una nación a través de la literatura. Este área de estudios es en la que está trabajando un servidor.

Me centraré únicamente en una reflexión a nivel de investigación, porque a nivel de docencia se encuentra plenamente integrado en las asignaturas de literatura de los diferentes planes de estudio. De literatura sin apellidos, como no debe ser de otro modo.

El principal problema, inconveniente y error de estos estudios es alejarse del texto. Quizás sea algo muy evidente, pero me explicaré. El investigador tiene una concepción ideológica individual y jamás debe volcarla en su objeto de estudio. Trabajar los textos según una ideología particular es descontextualizar y manipular. Los estudios sobre la identidad nacional son problemáticos en el sentido en que tendemos a forzar nuestro material, haciendo una reconstrucción subjetiva y alejada de la realidad.

Pongo mi ejemplo, pues únicamente hablo de lo que yo hago: la literatura catalana escrita en el País Valenciano es muy diversa en los años 60. Hay varias corrientes: pancatalanista (a diversos niveles), blavera y panespañolista. Aquellos que me conocen saben que considero la literatura escrita en lengua catalana como un todo por diversos motivos que no explicaré aquí (quizás en otro momento). Mi material es todo texto que ofrezca una configuración de la identidad nacional catalana, escrita en cualquier territorio de habla catalana. Ahora bien, olvidar la existencia y textos de corte blavero y panespañolista sería sacar mi investigación de la realidad. Un error que no se puede cometer.

También, en este tipo de investigaciones más sociológicas o políticas se corre el riesgo del "todo vale". Los estudios culturales tienden a ello, como no es el caso de quienes estudian una técnica narrativa, o una figura poética, o elementos literarios más asentados.

Como destaqué en mi reflexión anterior, no todo vale. Tenemos que ser consecuentes con que, dentro de los estudios culturales y políticos, estamos trabajando literatura. Debemos crearnos una definición y unos parámetros de lo literario atendiendo a la tradición y a nuestra consideración individual. Si consideramos como literario cualquer cosa escrita, no tendremos problemas, pues sí que entrará todo. Ahora bien, creo no es una postura adecuada.

En nuestra búsqueda de textos para la investigación deberemos separar los literarios de los que no lo son. Estas aproximaciones nos servirán como material secundario, para entender mejor el contexto, pero nunca como material primario para nuestro trabajo. Y es un problema porque siempre es más fácil encontrar textos no literarios que literarios en este campo. El investigador no debería dejarse llevar por impulsos y emociones personales, sino conseguir distinguir y ser capaz de separar. Es la única manera de poder realizar un análisis objetivo. Un texto juzgado como importante podrá no ser literario, pero sí útil para poder trabajar desde ese documento sobre los documentos literarios. Sabiendo distinguir es únicamente como podremos llegar a una investigación lo más rigurosa posible.

Llegando casi al final, decir que el investigador jamás debe forzar los textos. Inmersos en la necesidad de afirmarse y de afirmar su trabajo, es muy fácil caer en el error de considerar cualquier texto como válido. Pero, ¿realmente refleja la problemática que se trabaja o se está manipulando para que, a través de una lectura particular, el texto diga lo que uno quiere? ¿Se está obligando al texto a decir algo? Sería un error, pues esto es una manipulación.

Quiero acabar con una consideración. Al igual que días atrás critiqué los compartimentos estanco, lo hago aquí, aplicando lo que pienso a otro campo. Un estudio sobre la identidad nacional jamás podrá aislarse. Estos textos se enmarcan en un continuum literario y separarlos de su contexto sería ofrecer una visión sectaria, reduccionista e irreal de la realidad. La literatura es Literatura, sin denominaciones extra. Y la aproximación que se pueda hacer con este tipo de investigación, como con cualquier otro, jamás deben constituir un aislamiento. Todo lo contrario, deben unirse a la producción de una época para poder ofrecer otra visión de la misma. Desconectar estos textos del resto de la literatura de su época sería un error y es algo inasumible, poco sano y muy sectario.

Como ocurre en los cajones literarios de Demi, la literatura se encuentra toda, sin excepción, en un mismo recipiente: mezclada, lomo con lomo, sin atender a estructuras y a clasificaciones artificiales. El Hombre escribe y lanza su texto a este cajón, caiga al lado de lo que caiga. Y es por eso que los sectarismos conducen a separar lo inseparable, a considerar la Literatura como fragmentos varios e inconexos.

He aquí mi opinión. Y es mi opinión, pues todos tenemos derecho a tener una.

2 comentaris:

Nosce te ipsum ha dit...

Con permiso, voy a comentar un poco en general a raíz de algunas de tus frases.
Dices que “El investigador tiene una concepción ideológica individual y jamás debe volcarla en su objeto de estudio”. Esto como teoría, es precioso, pero el investigador es una persona y como tal vive dentro de un contexto/cultura determinado, no aislado. Es más, me atrevería a decir que el investigador no es más que un producto de su tiempo y, por tanto, su forma de ver el texto se verá influida por ese tiempo en que le ha tocado vivir. Si no se modificara la visión de los textos en función de las concepciones ideológicas individuales o colectivas, la investigación quedaría estancada y no se podrían decir cosas nuevas de una obra concreta. Yo no veo nada malo en hacer una lectura post-colonial de La Tempestad de Shakespeare. Si bien es un error decir: “Shakespeare era post-colonial” (ya que en la época de Shakespeare no existía el concepto de “post-colonialismo”), sí que se puede decir “la obra de Shakespeare presenta características de la literatura post-colonial, aunque esta no existiera en su tiempo, por esto, por esto y por esto. Un ejemplo más claro: hacer una lectura feminista de Shakespeare. Si bien la crítica feminista no existía en el período isabelino, sí que es cierto que el autor dio mucha relevancia a sus personajes femeninos y les otorgó el papel de agentes en muchas de sus obras (cosa que también hace Cervantes con algunos personajes de El Quijote, por cierto).
“Es la única manera de poder realizar un análisis objetivo.” Partes aquí de la base de que la objetividad existe, ¿cómo se mide lo objetivo en algo tan subjetivo como la literatura o el análisis literario?
“La literatura es Literatura, sin denominaciones extra.” Enrique, parece mentira que nos tiráramos todas las horas que nos tiramos el año pasado tratando de definir la literatura para que hayas llegado a esta conclusión… Siguiendo con ese mismo párrafo: “Desconectar estos textos del resto de la literatura de su época sería un error y es algo inasumible, poco sano y muy sectario.” En esto estoy de acuerdo, pero vuelvo a mi idea inicial, no se puede olvidar el papel que juega el lector a la hora del análisis del texto. Al investigador se le presupone un conocimiento de la obra del autor, de la literatura de la época y del contexto que le rodeaba (hablar de Camus sin saber lo que es el existencialismo sería un error garrafal) pero, volvemos a lo del principio, existe esa idea de “múltiples lecturas” (no lo digo yo, lo dijo Barthes) que enriquecen el análisis del texto. Y con esas múltiples lecturas, adquiriremos múltiples significados, todos igual de válidos (siempre que estén debidamente justificados).
Si quieres, y para no soltar aquí más rollo, te mando un paper que hice en New Paltz sobre esta idea final (está en inglés, tho) :)

Anònim ha dit...

Voy por partes para no despistarme:

Cuando hablo de que el investigador no debe incluir su ideología, me refiero a ideología particular. Los textos se escriben en un contexto y se estudian desde otro contexto (con todo lo que supone).

Pero obviar un texto "x" porque defiende una ideología "z", es manipular y descontextualizar el conjunto de la investigación. En concreto (y llevando el tema a mi ámbito): si no tengo presente los textos que defiendan el federalismo en Canadá, ofreceré una perspectiva sesgada de la problemática que planteo.

Evidentemente mi acercamiento partirá de una serie de teorías, pero sin que esto vaya en detrimento del análisis más completo del corpus.

La lectura múltiple, está claro. Pero estamos hablando de dos tipos de lectura: una, no especializada; dos, académica. Cuando yo realizo una lectura no especializada, "desconecto". Me olvido de mi concepción de "literatura" y me centro en la dicotomía "me gusta"-"no me gusta". Cuando realizo una lectura especializada, ahí, busco, contextualizo y pongo en relación. Aquí hablo de la investigación, no de una lectura que haces en casa.

Y para acabar, justamente porque el año pasado debatimos a fondo el tema, me reafirmo en que considero que la literatura no lleva extras. Esos apellidos son los que le añaden los investigadores para poder trabajarla, pero no deja de ser algo artificial y problemático. ¿Para qué debatir sobre esto es una novela tal, o novela cual, si al final eso no es definitorio de la literatura? ¿Cómo clasificamos la mezcla de géneros? La única distinción que creo es entre literatura y no-literatura (construcción personal, claro, pero con unos puntos comunes).