dimarts, 19 d’octubre del 2010

Hubert Aquin

Algunos críticos se han aventurado a clasificar al escritor Hubert Aquin dentro de la corriente estética del “Nouveau Roman québécois”. Lejos de tal categorización, la escritura de este escritor montrealés presenta un cambio respecto de las novelas provincianas del Quebec anterior a la Revolución Tranquila. En este sentido, más que “nouveau-romancier”, término que nos haría pensar más bien en Robbe-Grillet, en Duras, en Sarraute o incluso en Le Clézio (escritor que particularmente no incluiría en este grupo), la palabra de Aquin debería incluirse en la literatura revolucionaria quebequense de los años sesenta.

Pero para conocer un poco más el contexto en el que surge la obra del escritor montrealés, veo más que preciso citar la crítica de Jacques Allard en la edición de Trou de mémoire (1968) de Bibliothèque québécoise:
Le gouvernement britannique réclame une enquête royale sur les problèmes internes à la colonie [le Québec, dans le XIXe siècle, était une colonie britannique]. Quelques mois à peine après son arrivée au Canada, Lord Durham soumet son Rapport (1830) qui atteste que la source des problèmes de la colonie réside dans la lamentable inégalité entre les deux races (anglaise et française), et que la seule façon de résoudre le problème est d'assimiler au plus vite, pour leur plus grand bien, les Français aux Anglais.

Une phrase célèbre de ce rapport –«C'est un peuple sans histoire et sans littérature» –, devenue un leitmotiv des révolutionnaires des années soixante, est évoquée dans Trou de mémoire [...].
La superioridad de la “raza” anglófona frente a la “inferioridad” de la raza francófona, y la consideración de Quebec como un pueblo sin historia y sin literatura hace levantarse a una serie de revolucionarios, tanto en política como en el ámbito cultural, que ven en la independencia la única solución para la pervivencia de su pueblo.

Una de sus obras más importantes, con una recepción descomunal en su época, es Prochain épisode (1965). La crítica ha tildado esta novela como una “falsa” novela policíaca, ya que tomando como excusa la de crear una novela policíaca, Aquin nos habla de independencia, de escritura, de suicidio…, con una trama irresoluble. Las tonalidades negras, los recovecos oscuros, son quizás el reflejo de la situación sociopolítica de Quebec, que deseaba ver solucionado definitivamente su estatus de colonia en el interior de la Confederación Canadiense.
Combien de secondes d'angoisse et de siècles de désemparement faudra-t-il que je vive pour mériter l'étreinte finale du drap blanc ? Plus rien ne me laisse croire qu'une vie nouvelle et merveilleuse remplacera celle-ci. Condamné à la noirceur, je me frappe aux parois d'un cachot qu'enfin, après trente-quatre ans de mensonges, j'habite pleinement et en toute humiliation. Je suis emprisonné dans ma folie, emmuré dans mon impuissance surveillée, accroupi sans élan sur un papier blanc comme le drap avec lequel on se pend.
La novela se desarrolla en dos planos narrativos: el relato de espionaje y las reflexiones del escritor. La relación entre el personaje revolucionario y el escritor son muy estrechas, pudiendo afirmar que se trata de la misma persona. De esta manera, el narrador, a través de analepsis recrea desde la prisión su historia como revolucionario que intenta matar a un agente federal suizo para lograr la independencia de la Suiza francófona. No obstante, la imposibilidad de escribir se plantea en analogía con la posibilidad de que su causa político-militar llegue al final deseado.
Je me sens fini ; mais tout ne finit pas en moi. Mon récit est interrompu, parce que je ne connais pas le premier mot du prochain épisode. Mais tout se résoudra en beauté. J'ai confiance aveuglément, même si je ne connais rien du chapitre suivant, mais rien, sinon qu'il m'attend et qu'il m'emportera dans un tourbillon.
No obstante, Aquin no se consagró con Prochain épisode sino con Trou de mémoire (1968). El título es significativo en sí mismo, y va a ser el punto de partida de otra novela “policíaca” al estilo del escritor montrealés.

Para analizar este título, hay que hacer primero referencia al lema de Quebec: Je me souviens (“me acuerdo”, en castellano). Ante la aparente corrección gramatical de esta frase, tenemos que señalar, sin embargo, la ausencia en francés del objeto: obligatoriamente, una persona se acuerda “de algo”. Es este “de algo” lo que no aparece en el “Je me souviens” (de hacerlo, se convertiría en un “Je m'en souviens”. ¿De qué hay que acordarse en Quebec? Muchas han sido las interpretaciones, sin llegar a conclusiones finales.

El “agujero en la memoria” planteado por el título de esta novela se encuentra en sintonía con la cuestión que se acaba de plantear. En definitiva, para Aquin, la única manera de recuperar las riendas de un país sometido a la dominación “extranjera” canadiense, es haciendo memoria colectiva para recordar su pasado, su tradición y su cultura. Trou de mémoire no es más que la búsqueda colectiva de la razón de ser de una sociedad quebequense, separada del Canadá anglófono.

Finalmente, destacar que la obra de Aquin, en cierto grado olvidada por la institución literaria quebequense actual, es uno de los primeros intentos de superar el provincialismo literario para la construcción de una verdadera literatura nacional. Sin caer en los tópicos, pero resaltando la influencia de la tierra en su obra, Aquin hace una perfecta descripción de Montreal, cargada de sensibilidad y de belleza en L'Alexandrine, relato incluido en su obra Point de Fuite (1971):
La neige, les vents froids, les rues désertes, les charmes multiples de la glaciation totale, rien ne manque à ce paradis en forme de cauchemar refroidi.